Aprendizaje basado en el pensamiento (2)

Aprendizaje basado en el pensamiento (2)

La SEMANA PASADA iniciamos el resumen del libro «El aprendizaje basado en el pensamiento: cómo desarrollar en los alumnos las competencias del siglo XXI». Reflexionamos respecto a sus 3 primeros capítulos. El post de hoy se centra en los 5 restantes.

Vamos al lío…


En este capítulo se define el concepto «metacognición» como «pensar sobre el propio pensamiento».

Los autores resaltan la importancia de enseñar al alumnado a utilizar la metacognición y para ello, proponen utilizar la «escalera de la metacognición». El profesorado debe asegurarse, a través del planteamiento de las actividades y de las preguntas oportunas, de que el alumnado transite por los 4 peldaños de esta escalera.

En este capítulo se dedica una sección importante a las «emociones» y se resalta la importancia de la «metacognición» para el control y gestión adecuada de éstas.

Los autores defienden que la elección de las palabras y las frases es primordial, tanto para el contenido como para reflejar el acto de pensamiento que lleva implícito el trabajo. También resaltan que el acto de escribir posibilita llegar a un nivel de pensamiento reflexivo, creativo y crítico que no es posible cuando empleamos la comunicación oral.

Se propone dedicar un tiempo a organizar los pensamientos antes de escribir y para ello, los autores recomiendan emplear organizadores gráficos, mapas de redacción meditada u otras herramientas similares, que deben diseñarse según el propósito que se persiga: comparar y contrastar, tomar decisiones, persuadir, comprobar…

Los autores remarcan la importancia de la evaluación como herramienta de mejora, cuyo principal objetivo debería ser el de informar al alumnado para motivarlo a llevar su propio control del progreso (evaluar para conseguir la autonomía).

Se propone emplear una «espiral de reacciones» que refuerce el aprendizaje continuo. La espiral plantea un proceso dinámico de crecimiento continuo que no solo es aplicable al proceso de enseñanza y aprendizaje del alumnado; también podemos aplicarla, por ejemplo, a nuestra propia forma de proceder.

Para evaluar el pensamiento eficaz, proponen utilizar diferentes instrumentos (preguntas tipo test, rúbricas, diarios, portafolios…) focalizados expresamente en aquello que queremos evaluar (comparar, tomar decisiones…).

Los autores no se «mojan» y no proponen una única estructura curricular.

Se indica que dialogar sobre los objetivos de aprendizaje lleva al profesorado a reconocer que algunos requieren una metodología dirigida, otros una actividad diferente pero integrada (infusión). Una posibilidad es «secuenciar la enseñanza del pensamiento eficaz (o los objetivos y las competencias clave) por grados de experiencia». Otra opción es «secuenciar la enseñanza del aprendizaje eficaz (o los objetivos y las competencias clave) por grupos de destrezas».

Los autores también reflexionan sobre el «aprendizaje basado en un problema», una posibilidad también perfectamente válida, aunque requiere una planificación rigurosa si se quiere que la resolución del problema traiga consigo el aprendizaje basado en el pensamiento eficaz. En el proceso de resolución del problema el profesorado debe facilitar el aprendizaje de los contenidos y de las estrategias para resolver problemas a través de destrezas de pensamiento crítico y creativo. Es decir, no se trata únicamente de resolver el problema, sino de aprender a resolverlo de manera eficaz.

En conclusión, las clases tremendamente estructuradas utilizadas para introducir al alumnado en un tipo de destreza de pensamiento, son muy importantes para iniciar el proceso basado en el pensamiento, ahora bien, es necesario dotar de autonomía al alumnado y por tanto reducir progresivamente la estructuración de las clases.

Los autores defienden la tesis de que no existe una respuesta única en referencia al «dónde y cuándo» iniciar esta desestructuración. Ahora bien, proponen 3 formas de enfocar la respuesta:

  1. Introducir procedimientos para todos los tipos de pensamiento eficaz y hábitos de la mente en los primeros años de escolarización, a través de estrategias simplificadas y posteriormente pulir y complicar estas técnicas.
  2. Seleccionar e introducir primero los tipos de pensamiento eficaz designados como básicos y secuenciar después la enseñanza de otros basados en estos.
  3. Reestructurar el currículo en unidades basadas en un problema, trabajar primero la resolución eficaz de problemas y la toma de decisiones, acompañadas de los correspondientes hábitos de la mente y después refinar estos procesos y aplicarlos a unidades organizadas de resolución de problemas y toma de decisiones.

Estas 3 alternativas no son excluyentes, pero requieren de un proyecto curricular previamente definido por el centro educativo (línea pedagógica, propuesta pedagógica y programación de aula).

De este capítulo se puede intuir que, de acuerdo con los autores, no existe la propuesta ideal de desarrollo curricular.

En este último capítulo se desarrolla una serie de conceptos ligados a una supuesta historia de un líder educativo (un director). El líder crea un clima de confianza y colaboración que fomenta la formación y la mejora en el claustro, de forma que se introducen, de manera desestructurada, diferentes destrezas del pensamiento eficaz en las aulas.

Se sigue un plan pausado (3 cursos) y finalmente se decide institucionalizar la forma de enseñar, hasta el momento prácticamente improvisada. Para institucionalizar esta forma de enseñar, els claustro desarrolla un «proyecto curricular» en el que incluyen las destrezas del pensamiento en el currículo, pero esto se hace a posteriori, es decir, se emplea una estructura inductiva.

Se organizan por años y se complementan con los contenidos adecuados, con el fin de maximizar el resultado.

Termina el capítulo explicando lo que para los autores son las «cualidades del líder»:

  1. Establecer normas y valores compartidos. Es necesario redactar las situaciones ideales y dejan claros los principios y valores (PEC).
  2. Generar y mantener la confianza. La retórica no vale; se requieren interacciones francas y consideradas entre las personas que faciliten la aceptación, la fiabilidad, la apertura y la coherencia. El líder debe proyectar: benevolencia, honradez e integridad, franqueza, fiabilidad y competencia.
  3. Facilitar el diálogo reflexivo. Para ello se proponen 8 tácticas:
    • Hacer pausas.
    • Parafrasear.
    • Profundizar y aclarar.
    • Poner sobre la mesa y retirar las propias ideas
    • Prestar atención a uno mismo y a los demás.
    • Presumir buenas intenciones y presuposiciones positivas de los demás.
    • Proporcionar datos.
    • Perseguir el equilibrio entre la insistencia y la indagación.
  4. Apoyar la orientación.
  5. Fomentar la colaboración.
  6. Disponer de oportunidades para la reflexión cooperativa sobre el rendimiento de los miembros de los equipos. Se propone reflexionar sobre:
    • El estudio de la lección.
    • El estudio del trabajo del alumnado.
    • El estudio de literatura especializada.
  7. Estimular el aprendizaje continuo.

A partir del libro «El aprendizaje basado en el pensamiento: cómo desarrollar en los alumnos las competencias del siglo XXI» se puede concluir que la planificación y programación es fundamental para conseguir resultados de manera efectiva. Se requiere, en primer lugar, una estrategia perfectamente diseñada y alineada con los objetivos educativos que se quieren conseguir. En segundo lugar, es necesario contar con una táctica (didáctica) que facilite el aprendizaje al alumnado, a través de estructuras progresivas, claras y con recursos prácticos y eficientes que permitan incrementar la autonomía del alumnado, pero que lo acompañen durante su aprendizaje.


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Feliz miércoles.

Vicente, Elio y Raül

3 thoughts on “Aprendizaje basado en el pensamiento (2)

    • Moltes gràcies Óscar.
      Malgrat que el llibre se centra en l’aprenentatge basat en el pensament, les estratègies que proposen els autors poden utilitzar-se per a altres disciplines, per exemple, per a desenvolupar en el nostre alumnat les competències clau, les competències personals i socials en FP o els temes transversals. Es tracta de ser conscients d’allò que volem aconseguir que aprenga el nostre alumnat i establir estratègies per a incloure-ho en les nostres classes de forma andamiada.
      Feliç cap de setmana.

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