La evaluación de la enseñanza y de la práctica docente en la programación didáctica

La evaluación de la enseñanza y de la práctica docente en la programación didáctica

En el post «La programación didáctica: una cuestión semántica, pragmática y flexible», definimos el concepto «programación didáctica» y te planteamos la estructura de apartados (capítulos) del libro Programaciones didácticas para ESO y Bachillerato. Terminamos el post comprometiéndonos a desarrollar una síntesis de cada uno de estos apartados.

Pues lo prometido es deuda, así que aquí te traemos la síntesis del octavo capítulo. Puedes acceder a las síntesis de los capítulos anteriores a través de los enlaces que encontrarás en el post «La programación didáctica: una cuestión semántica, pragmática y flexible»


9. Evaluación de la enseñanza y de la práctica docente.

La definición del concepto de buen docente puede resultar aparentemente sencilla, sin embargo la «buena enseñanza» es una cuestión compleja y no resulta nada fácil definirla. No obstante, de acuerdo con el Informe McKinsey sobre la calidad de la educación:

«La calidad de un sistema educativo tiene como techo la calidad de sus docentes y mejorar la instrucción es la única manera de obtener mejores resultados»

Por este motivo, aunque resulte muy complejo cuantificar con precisión la labor docente, no cabe duda de que la mejora de esta puede tener un efecto muy positivo en el aprendizaje. Según Hattie, el profesorado es un factor crítico por su potencial para influir en el éxito del alumnado y esta es la causa principal que justifica la necesidad de una evaluación de la práctica docente. 

Independientemente del requisito que establece la legislación de incluir este apartado, es también una obligación moral, ya que para mejorar es preciso evaluar. Es decir, para avanzar hacia la excelencia es necesario medir. Además, si se centra la evaluación únicamente en el aprendizaje, el proceso quedaría incompleto: se ha de evaluar el sistema, la práctica del profesorado, la propia evaluación, etc. 

En ningún caso se trata de «burocratizar» la tarea del profesorado ni de diseñar sistemas de evaluación exhaustivos que consuman mucho tiempo, sino de ser más conscientes de lo que se hace, reflexionar sobre su eficiencia y gestionar de la mejor forma posible los recursos que se destinan a una u otra acción. 

En este apartado de la programación, se propone incluir los siguientes subapartados:

  1. Los planes de mejora del centro.
  2. La práctica docente.
  3. La propia programación didáctica.

9.1 Evaluación de los planes de mejora del centro.

Este primer subapartado consiste en una evaluación a nivel de centro que persigue dedicar un mínimo de tiempo a reflexionar sobre cómo la evaluación de las iniciativas y programas desarrollados por los centros educativos pueden tener un impacto positivo sobre el alumnado y facilitar la tarea del profesorado. Para esto pueden emplearse datos cualitativos y cuantitativos.

Si los planes de mejora del centro no tiene una concreción operativa en la materia objeto de programación didáctica, este subapartado podría obviarse. En caso contrario, es necesario incluirlo y supone un nexo de unión entre las pretensiones holísticas del centro y las pretensiones específicas de la materia programada.


9.2 Evaluación de la práctica docente.

En relación al segundo subapartado, un buen referente para evaluar la práctica docente es el artículo 91 de la LOMLOE, en el que se enumeran las funciones del profesorado. Pueden utilizarse diferentes técnicas e instrumentos, como por ejemplo: encuestas de satisfacción, resultados de las evaluaciones, comparativas entre la temporalización planificada y la ejecución real de las situaciones de aprendizaje, etc.

No existe la plantilla de evaluación perfecta y tampoco se trata de diseñar una técnica ni instrumento inamovible. La evaluación de la práctica docente debe alinearse con la evaluación de los planes de mejora de los centros educativos. Por tanto, cada cierto tiempo, pueden y deben cambiar los enfoques y las prioridades de evaluación. Todo dependerá de las necesidades de la comunidad educativa.


9.3 Evaluación de la programación didáctica.

Por último, en relación a la evaluación de la propia programación didáctica, la rúbrica puede ser un instrumento muy interesante para evaluar la programación didáctica como herramienta de planificación docente.

En función del objetivo que se pretenda conseguir, es posible diseñar varias rúbricas de evaluación. Serían distintos los instrumentos de evaluación que se emplearían desde la jefatura de estudios y el departamento de calidad del centro educativo de los que podría emplear el propio profesorado para autoevaluar su programación didáctica. Simplemente porque se buscan objetivos distintos.

Ejemplo 9.5 (Libro Programaciones didácticas para ESO y Bachillerato. Una propuesta práctica y fundamentada)

Debemos evitar repetir lo mismo en todas las programaciones didácticas. Es decir, si la evaluación de la enseñanza y de la práctica docente se aborda de manera global por parte del centro educativo, debería aparecer en la concreción curricular de centro y en este apartado de la programación didáctica hacer únicamente referencia a esta circunstancia e indexar el apartado concreto de la concreción curricular de centro en el que se desarrolla y se explica esta evaluación.


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Feliz miércoles.

Elio y Raül

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